por tron » Vie 09 Oct 2015, 18:12
¿A nadie le importa ya la historia?
El silencio parecía eterno. Tanto, que el tiempo pareció detenerse... y es que estaba solo. Solo, pensando en lo que iba a venir. Entonces, vio unos pajarillos pasar por el cielo despejado y supo que por fin había llegado el momento de comer un helado. Entonces se levantó y se fue a comprar uno. El helado de vainilla con pistachos era una mera distracción pues el verdadero objetivo era llegar donde ella...
Aquella señorita atendía siempre con una gran sonrisa. Muchos clientes hacían cola para poder verla. Levantaba el ánimo poder acercarse a semejante escote, ese gran par de cordilleras me recordaban a mi perro "Warwick", que en paz descanse. Se acercó al mostrador con ánimo y entonces fue cuando ella le miró muy fijamente, una mirada embelesada que brillaba y que parecía querer decir que el mundo no era tan malo como decían.
Así, se armó de valor y movió los labios para decir:
- ¡Disculpa! Aunque sé que yo no debería volver aquí, siento que debo seguir mi corazón y es por eso que quiero decir "te necesito". Sorprendida, se lo quedó mirando con un helado de chocolate en las manos deshaciéndose y le dijo: perdona, ¿acaso nos conocemos?
No podía dar crédito, ¿acaso era una mala broma? Pero era tan real como los ojos azules que lo miraban. Aquella situación parecía estar sacada de una mala película de misterio y todo parecía estar escrito en un relato simple.
Se dio ánimo y tomándole la mano dijo por fin "te digo que te quiero" y entonces se acercó y ella, asustada, retrocedió. No quería tener nada que ver con esto, pero de pronto miró a su alrededor como si le fuera la vida en ello, esperando ser abatida por una intensa jauría de clientes pero en lugar de eso ellos le miraban con un gran recelo y asco profundo. Fue entonces cuando pensó y decidió llamar a la policía. Pero la gente no le dejó hacerlo. Acto seguido la mirada de él cambió por una extraña expresión de sadismo, comenzando a tirarle helado en el uniforme de la chica. No podía permitir que ella lo dejara en ridículo delante de todos aquellos ¿extraños?
Como sea, decidió comenzar una conversación con una de aquellas personas. Era lo primero que debería haber hecho, sin embargo primero dijo "perdóname". Ella lo miró durante unos segundos, anonadada. Fue justo en ese instante que él tomó su mano de nuevo, pero esta vez besó su palma. Ella, incrédula, empezó a correr lo más que pudo. Era por instinto pues no entendía por qué existía gente con tanto descaro, aunque reconocía que era guapo. ¿Y si paraba de correr y tan solo decía "hola"? ¿Tan malo sería por una vez que fuese, intentarlo? Entonces, frenó y se dirigió al compartimento secreto de armas y en un instante sacó una ametralladora y un par de granadas de chocolate y fue de nuevo hacía el y le dijo. ¿Quieres comer? Con una sonrisa le dijo "claro, ya tengo hambre". Entonces